Un grupo de jubilados
griegos charla y toma café en una terraza. Uno de ellos se levanta y
se acerca a la barra para pagar. Hasta aquí todo normal: pero lo que
saca de su cartera no es una moneda de un euro, sino un billete de
500 dracmas. La escena se desarrolla en Piyí Serón, una pequeña
localidad del noreste de Grecia cuyos vecinos decidieron hace un año
reintroducir en sus transacciones cotidianas la antigua moneda
nacional. La población afirma estar encantada con el nuevo sistema:
tres de cada cuatro paquetes de tabaco, asegura el vendedor del
quiosco, no se pagan en euros.
¿Pasa la solución a
la crisis griega por una vuelta al dracma? La cuestión de si la
corbeta representada en la moneda de 1 dracma puede llevar al país
de vuelta a la prosperidad, o si por el contrario supondría el
naufragio de las últimas esperanzas de recuperación del país
heleno parece difícil de dilucidar, incluso para los más ínclitos
economistas. Las apelaciones a fórmulas de recuperación milagrosa,
sumado al carácter pretendidamente objetivo e indiscutible de las
argumentaciones económicas, han sumido a la opinión pública griega
en el escepticismo hace ya largo tiempo.
Por
un abandono del euro abogan, no obstante, algunas formaciones
políticas surgidas recientemente al calor del creciente descalabro
económico que viven la sociedad. Partidos minoritarios como Dracma 5
Estrellas o el Frente Unitario Popular (EPAM), cuyas propuestas
pretenden sentar las bases de una recuperación no sólo económica,
sino social y democrática.
2º Congreso Nacional del EPAM |
¿Cuáles serían sin embargo las
consecuencias reales del tan denostado retorno al dracma, tras el
cual “ya nada tendría sentido” en palabras del primer ministro
Andonis Samarás? La versión oficial dice que la devaluación de la
moneda y la consiguiente inflación no solamente agravarían la
situación de endeudamiento del Estado, sino que terminarían de
hundir la economía. El resultado: una sociedad hecha trizas, al
borde, si es que no enmedio, de un colapso total.
“Pero
si es que a estas consecuencias nos estamos enfrentando ya”,
responde ofuscado Dimitris Kazakis, economista líder de EPAM, al ser
interrogado sobre la segura devaluación. “Ya tenemos una
devaluación interior. El salario medio tendría que multiplicarse
por tres para cubrir las necesidades actuales, de manera que ya ha
producido una devaluación, ya tenemos inflación, ya tenemos el
problema del desempleo. De manera que pensar que la única solución
es seguir el camino que nos ha llevado hasta aquí es una teoría
suicida.”
Según Kazakis, además, una
salida de la Eurozona de hecho ampliaría las posibilidades de
establecimiento de lazos comerciales, libre el país de los dictados
de Bruselas. La economía nacional podría ser levantada poco a poco,
gracias a la nacionalización de la banca y la inversión en sectores
productivos estratégicos. Todo ello, claro está, en el supuesto de
que los acreedores aceptaran de alguna manera la declaración de
“deuda odiosa”, fórmula empleada para designar la negativa a
responsabilizarse por una deuda externa contraida por un gobierno
ilegítimo.
De manera similar, el
programa de Dracma 5 Estrellas, según explica Yanis Karamolengos,
uno de los miembros de la Ejecutiva “parte de una quiebra
controlada, seguida de una vuelta a la divisa nacional, que sería
devaluada, y de una renegociación de la deuda a unos niveles del
50-70%”. Después, se trataría de regenerar la base productiva del
país, manteniendo controlada la inflación. Los resultados, según
el político, consultor de negocios de profesión, se harían esperar
de 4 a 14 meses. “La regeneración se produciría gradualmente, a
la par que el desplazamiento del consumo hacia la producción interna
y la orientación de ésta la exportación. En ese periodo crítico,
habría que atender particularmente a las políticas sociales y a los
más desfavorecidos.”
Para el representante de Drama 5
Estrellas, se trata de “la única salida coherente, lógica y
sistemática”, basada, según afirma, en las ideas de economistas
de prestigio internacional, como Paul Krugman, Hans Werner Sinn,
Marcello de Cecco, Zack Sapir o Keneth Rogof. “Los demagógicos son
quienes critican sin haberse documentado”, añade “y generalmente
son azuzados por aquellos que temen ver cómo la indignación de la
gente se convierte en una fuerza organizada”.
Otros, como el prestigioso
economista Yanis Varufakis, consideran que la onda expansiva de un
Grexit [salida de Grecia de la Eurozona], tendría consecuencias
devastadoras, siendo imposible una quiebra “controlada” u
“ordenada”. Varufakis, conocido por sus simpatías de izquierdas
y no precisamente sospechoso de querer allanar el camino a los
intereses de la Troika, habla de un masivo éxodo de capitales, de
colas ante los cajeros y de gente tratando desesperadamente de cruzar
las fronteras con su efectivo. Los bancos se verían obligados a
cerrar indefinidamente, y la economía de toda la Eurozona se vería
gravemente comprometida, en medio de un clima de pánico y confusión
generalizados.
Vuelta al dracma,
vuelta a la democracia
Los
cientos de voluntarios que se afanan en la organización del 2º
Congreso Nacional de EPAM, en cambio, están convencidos de que la
deliberada y voluntaria salida del euro debería ir unida a un
proceso de refundación democrática. Representantes de los núcleos
locales de todo el país se dieron cita en Atenas a primeros de junio
para debatir nuevas estrategias y posicionamientos para la
organización, fundada dos años atrás. En medio de la febril
actividad reinante en el gran teatro que acoge el evento, Thanassis
Laskaratos, miembro de la Ejecutiva, nos explica en líneas generales
el programa del partido. “EPAM toma su nombre del frente que se
creó para combatir a la ocupación nazi. El propósito es unirnos,
tanto las personas de izquierdas como las de derechas, en una
situación de emergencia y entorno a una serie de mínimos. Así,
nuestros
principales objetivos serían la salida de la eurozona, la
cancelación unilateral de la deuda (como en Ecuador, en Islandia o
como intentó hacer Kirchner en Argentina) y la creación de una
nueva Constitución.”
Para Laskaratos, intérprete de profesión y sin experiencia política
previa a su ingreso en EPAM, es la deuda la que está en la raíz de
todos los males del país. Una deuda contraída ilegítimamente y que
requiere de una actuación radical, “ya que los tratados que ha
firmado el Parlamento en Grecia [con la Troika]se han convertido en
derecho nacional. Aunque quisiéramos no podríamos contravenirlos,
por lo que se vuelve necesario cambiar de Constitución y romper con
la continuidad del Estado, llevando a juicio a los miembros del
Gobierno responsables de la situación actual”.
Sin embargo, lamenta Laskaratos, “los medios no hacen más que
repetir que no hay salvación fuera del euro. Por otra parte la
izquierda oficial como el KKE o Syriza se mantienen ambiguos, hablan
de democracia, de cuestiones abstractas o secundarias... pero no
dicen que los problemas son la deuda, el euro y la Constitución
actual. Son los ciudadanos sencillos los que deben unirse, como en la
Revolución Francesa. No podemos esperar nada de los políticos
tradicionales, que son los que nos han traído hasta aquí”,
concluye Laskaratos, que envía un mensaje para España. “Queremos
transmitiros esta misma idea, porque si os dividís y os llamáis
catalanes o vascos, comunistas, anarquistas o de derechas... os
estáis arriesgando a perder vuestro país, como nos ha ocurrido a
nosotros”.
Sin
embargo, el propio Frente Popular Unitario encuentra dificultades
para colaborar con el resto de partidos minoritarios que abogan por
la salida de la Eurozona. A Plan B, fundado por Alekos Alavanos,
exparlamentario de Syriza, lo acusan de oportunismo y de ser poco
inclusivo. Y la figura de Theodoros Katsanevas, líder de Dracma
Movimiento Democrático 5 Estrellas, se presta al vapuleo, por su
carácter de exdiputado del PASOK y yerno del denostado Yorgos
Papandreu.
La formación no pretende
emular únicamente el nombre del partido de Beppe Grillo. Los
objetivos representados por las cinco estrellas hacen referencia a la
regeneración económica -rechazo al rescate, vuelta al dracma,
crecimiento independiente-, pero también a lo que se denomina
“dignidad nacional y justicia social” o “socialismo patriótico
de rostro humano”. La regeneración, para Yanis Karamolengos, de la
Ejecutiva del partido, debe pasar por una democratización y
descentralización genuinas. “Anteponemos el interés general de la
nación al corporativismo, valorando el esfuerzo colectivo, la
transparencia, la meritocracia y la responsabilidad personal”,
señala. En su detallado programa, el partido se compromete también
a introducir controles para combatir la corrupción y mecanismos para
agilizar el funcionamiento de la administración y para garantizar la
renovación institucional.
También
efectúan propuestas a nivel internacional, como la salida de la
Eurozona y el retorno a sus respectivas monedas también para Italia,
Chipre, España y Portugal. Estos países son invitados a formar una
zona económica autónoma junto con Grecia, por medio de alianzas
comerciales y políticas comunes en materia económica. Según el
programa de Dracma 5 Estrellas los estados se apoyarían unos a otros
“en la negociación de la deuda con los acreedores y la creación
de planes de crecimiento y empleo”.
A grandes males, ¿grandes remedios?
Pero a pesar de que según los últimos sondeos de Gallup y de Public
Issue un 42% de los griegos son euroescépticos, es decir, no se
declaran contrarios a una salida del euro, esto dista mucho de
implicar un convencimiento activo, que les pueda llevar a apostar
electoralmente por esta arriesgada opción. Los llamativos carteles,
incluso con euros ensangrentados y calaveras, que empapelan los muros
de Atenas contrastan con la indiferencia de la mayoría, a la que las
preocupaciones del día a día impiden ir más allá de la rabia
contra el Gobierno y la vaga esperanza de que no hay mal que cien
años dure.
“La
gente no tiene información, ni puede permitirse el lujo de pensar en
soluciones si están forzados a pensar sólo en la supervivencia”,
argumenta Laskaratos. Así que EPAM despliega una importante labor
propagandística, no sólo a través de conferencias y giras por
barrios y provincias, y entrevistas en radio y televisión cada vez
que la ocasión lo permite, sino a través de su presencia en todo
tipo de protestas sociales. Sus banderas no faltan ni de la ocupación
de la radiotelevisión pública ni de ninguna de las manifestaciones
de funcionarios que semanalmente recorren las calles de Atenas. Allí
su compromiso es respetado, de manera que no se les margina aún
cuando sus planteamientos no convenzan en demasía.
En resumidas cuentas, parece poco probable que cualquiera de las
formaciones que reivindican como principal objetivo una salida del
euro obtenga en las próximos comicios el 3% necesario para entrar en
el Parlamento. Según señala Thanasis Laskaratos, “y aunque lo
hubiéramos superado en las últimas elecciones, el mismo día
hubiéramos dividido, ya que se trata de un Parlamento ilegal.”
EPAM no se puede contentar con menos que con la amplia mayoría que
lo legitimaría a iniciar un proceso constituyente.
Para Omiros Tsápalos, un analista cercano a Nueva Democracia, la
paulatina mejora de la situación económica hará que los ciudadanos
se alejen cada vez más de “las voces populistas o nacionalistas”
Para él, se trata de
formaciones “dirigidos por políticos frustrados, que únicament
buscan su propio interés. Según el clima económico vaya cambiando
a mejor, más les costará a los partidos antieuropeos entrar en el
Parlamento.” Aún así, concede que la sociedad griega está
sufriendo una transformación política que implica el fin del
vigente sistema bipartidista, y señala que probablemente los
gobiernos de coalición serán la regla durante los próximos años.
En el extremo opuesto del
espectro ideológico, el politólogo Anastasios Sirianós observa la
necesidad de tener en cuenta tres factores a la hora de explicar el
escaso éxito de los partidos anti-euro. “la
reciente creación de dichos partidos, la propaganda gubernamental
acerca del desastre que sería para Grecia una salida del euro, y la
dracmofobia que han difundido los medios.” Estos condicionantes no
están cambiando significativamente, aparte de no constituir los
únicos obstáculos para estas formaciones. “Tienen aún un larto
camino que recorrer en términos de su propia organización y
comprensión entre ellos, antes de poder forjar un frente unificado
que se comunique de manera efectiva y a gran escala con la ciudadanía
para entrar en el Parlamento”. De todas maneras, Sirianós concluye
que, en el caso de que el Gobierno prosiga con sus actuales
políticas, “es probable que pronto no hablemos de un colapso del
bipartidismo, sino del del sistema político en su conjunto.”
La
etimología de la palabra dracma procede del griego antiguo
drattomai,
“yo agarro, cojo un puñado”. En cierto sentido, un retorno a la
moneda nacional brindaría a los griegos la oportunidad de tomar el
control de una economía que ahora mismo se les escapa de las manos,
aunque fuera con el sólo propósito de gestionar su propia miseria.
Las consecuencias de semejante acontecimiento, sin embargo, parecen
difíciles de prever, ya que la multiplicidad de intereses en juego
compromete la posibilidad de contemplar la economía como ciencia y
no como forma de hacer política. La complejidad de la situación no
invita precisamente al optimismo, así como el entusiasmo de los
voluntarios del EPAM o de los habitantes de Piyí Serón no parece
propenso a contagiarse rápidamente al grueso de la población
griega. Allí los jubilados, al cobrar su pensión, la cambian a
dracmas, con la ilusión de mantener las monedas más “agarradas”
al transformar 400E en 200.000 Δρχ.
Todos los comercios las aceptan, ya que luego el tendero puede
usarlas para comprar el pan o echar gasolina. Sin embargo, la
electricidad o los impuestos, como es obvio, se siguen pagando con la
divisa europea.Las -escasas- consecuencias del cambio de unidad
monetaria a nivel local no se pueden traladar sin más a la escala
macroeconómica. Sea como fuere, sólo el tiempo tiene la respuesta
con respecto al futuro del dracma...
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