Tras más de 10 días de protestas se mantiene el
pulso entre los manifestantes y el primer ministro Erdogan.
En
Estambul continúa creciendo el número de tiendas de campaña que
cubren el Parque Gezi y parte de la adyacente Plaza Taksim,
protegidas por barricadas que cortan las calles de acceso. La
acampada comienza a organizarse lentamente y de manera espontánea,
sin la celebración de asambleas y en un ambiente festivo. “También
en Esmirna y en Ankara está ocurriendo lo mismo”, cuenta la
activista Elif. “La gente trae comida, y todo es gratis. Casi no
usamos el dinero. Hay bibliotecas, talleres, y estudiantes
preparándose para los exámenes”. A pesar de que los más
veteranos empiezan a acusar el cansancio de más de una semana de
movilización continua, la afluencia de “çapulcu”, término
despectivo con el que Erdogan bautizó a los manifestantes, no ha
disminuido.
Al
contrario, el sábado 8 fue según la prensa internacional la jornada
de protestas más concurrida en todo el país. Por la tarde volvió a
recrudecerse la violencia en la capital, Ankara, donde la policía
trató de dispersar a los manifestantes con gases lacrimógenos y
cañones de agua. El 11 de junio las fuerzas de seguridad volvieron
a entrar en la Plaza Taksim para expulsar a los acampados hacia el
parque, produciéndose enfrentamientos.
Entretanto, por el lado
del Ejecutivo continuaban alternándose los mensajes apaciguadores y
de desafío. Mientras que el portavoz del gobierno turco compareció
el domingo 9 para desmentir el rumor de elecciones anticipadas y
reiterar la disposición del ejecutivo a “escuchar demandas
razonables”, el Primer Ministro se mantenía inflexible. Tras
descalificar a los manifestantes y relacionarlos incluso con el grupo
terrorista que atentó recientemente contra la embajada de EEUU,
Erdogan ha optó por movilizar a la amplia base electoral del Partido
de la Justicia y el Progeso (AKP), que ha respondido arropándole en
masa en los primeros de los mítines programados. Sin embargo, unos
días más tarde, el vicepresidente del partido señalaba que el
Primer Ministro estaría dispuesto a reunirse con una comisión de
los detractores de la transformación del parque.
![]() |
Una treintena de personas se concentraron ante la Embajada de Turquía en Atenas al día siguiente de comenzar la represión policial contra la acampada de Gezi. |
Tayyip dimisión.
Es el rechazo a la
figura de Erdogan, sin embargo, es precisamente el denominador común
que hecho posible el gran impacto de las protestas, aglutinando a un
amplio abanico ideológico. Aunque el 70% de los manifestantes, según
una encuesta de una universidad, no se consideran vinculados a ningún
partido, y el estereotipo de “çapulcu” es el de un joven urbano,
laico y de clase media, un vasto espectro político encuentra
representación en las protestas. Desde progresistas socialdemócratas
o kemalistas (seguidores de la idea nacional de Atatürk) o
militantes del Partido Republicano, la principal oposición
parlamentaria, hasta agrupaciones comunistas, antiautoritarias, LGTB
o de musulmanes anticapitalistas. También los grupos étnicos
(kurdos) o religiosos (alevíes) aprovecharon para expresar su
rechazo a las políticas gobierno. Por otro lado, no sólo el rechazo
al autoritarismo y las políticas conservadoras en lo social y
neoliberales en lo económico amenazan con resquebrajar la hegemonía
de Erdogan; también lo hacen el rechazo a la intervención en la
guerra de Siria, y las consecuencias derivadas, sobre todo entre la
población fronteriza.
El Primer Ministro, no
obstante, opta por confiar en el gran apoyo con que cuenta entre la
población de más edad y rural, ante la necesidad de mostrar un
perfil fuerte de cara a las próximas elecciones de 2014, en las que
aspira a la presidencia del país. Sin embargo, a pesar del amplio
50% de votos con que cuenta el AKP, el viceprimer ministro Bulent
Arinç y el presidente Abdulah Gül han preferido mostrarse
conciliadores, reuniéndose con una comisión de manifestantes y
disculpándose por la violencia policial. También la presión
internacional está afectando a Turquía en este sentido, incluso de
manera indirecta. EEUU y Reino Unido desaconsejan a sus ciudadanos
viajar a las principales ciudades turcas, en las que empiezan a
repercutir ya las cancelaciones hoteleras.
La gota que colmó el vaso
El 30 de Mayo, la
violencia con que la policía desalojó una acampada contra la
construcción de un centro comercial en el icónico Parque Gezi sacó
inesperadamente a la calle a miles de personas en Estambul. Las
protestas fueron extendiéndose hasta a una cincuentena de ciudades,
mientras los manifestantes y ONGs como Amnistía Internacional
denunciaban una escalada represiva: detenciones ilegales, uso
desproporcionado de fuerza, e incluso tortura. En los enfrentamientos
4 personas han perdido la vida hasta hora en diferentes ciudades, una
de ellas a causa del uso de fuego real en circunstancias aún por
aclarar. El número de heridos se sitúa entre los 4000 y los 5000.
A las protestas de los
primeros días se sumaron sindicatos como el KESK (la confederación
del sector público), o colegios profesionales como el de médicos o
el de abogados, que convocaron huelga. Plantearon como exigencias
mínimas el fin de la violencia policial y el castigo a sus
responsables, así como la liberación de los detenidos y la
preservación del Parque Gezi.
Por otro lado los
manifestantes denunciaron también la acción de censura, en el país
que más periodistas tiene encarcelados a nivel mundial. Una
treintena de jóvenes fueron detenidos en Esmirna por incitar a la
revuelta por las redes sociales. Se reportó el uso de inhibidores de
ondas para restringir el acceso a internet en los epicentros de las
protestas, y las principales cadenas del país apenas si están
cubriendo las manifestaciones, obligando a la gente a seguirlas por
la televisión extranjera. Ello ha llevado al boicot contra empresas
pertenecientes a conglomerados mediático. En protesta por la
cobertura de la cadena NTV, a modo de ejemplo, la gente comenzó a
retirar sus ahorros del Banco Garanti, ambos pertenecientes a Dogus
Holding. Según el director ejecutivo del banco, en un par de días
fueron retirados el equivalente a entre 18 y 20 millones de dólares.
A nivel internacional,
las manifestaciones de apoyo han recorrido numerosas capitales
europeas. En Atenas, el lunes 3 varios miles de personas marcharon
hasta la embajada de Turquía, participando de forma conjunta grupos
de turcos y de kurdos que se vieron obligados a abandonar el país
por razones políticas. De hecho, la comunidad kurda de Turquía ha
acogido favorablemente las protestas. El 7 de junio, el líder
encarcelado del PKK declaró que la conducta del Ejecutivo ante los
manifestantes estaba poniendo en peligro el proceso de paz, y saludó
“a esta resistencia capaz de crear una ruptura en el orden
político”.
Días después se produjo en Atenas una manifestación mucho más concurrida y multinacional, en el curso de la que miles de personas marcharon hasta la embajada. |
![]() |
En la protesta no faltaron organizaciones kurdas, que marcharon hombro con hombro con el gran número de ciudadanos turcos presentes. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario